Al hablar de un baño de vapor, casi inmediatamente las personas lo asocian con un baño turco o viceversa. Sin embargo, se trata de dos instalaciones con historias diferentes, que distan tanto en el tipo de calor seco y húmedo generado, como en la construcción interior de la respectiva sala.
La sauna seca o de vapor podría parecer un sistema de generación de calor moderno, pero en realidad no es así, ya que posee una larga historia registrada desde hace miles de años. Sin embargo, debido a los beneficios de la sauna para el cuerpo humano, este tipo de instalación logró trascender hasta nuestros días.
Igualmente, está la sauna húmeda o cuarto húmedo, conocida popularmente como baño turco, cuya finalidad está dirigida al cuidado de la mente y el cuerpo. Esto se debe a que, en tiempos remotos, los hombres solían ir a estos baños después del trabajo, con el propósito de relajarse, meditar o conversar con sus amigos.
De hecho, en la actualidad no sólo encontraremos las saunas domésticas, baño turco en casa o los balnearios con salas de vapor seco y húmedo, ya que también están las cabinas de sauna prefabricadas. Se trata de una estructura que genera calor por medio de lámparas.
Además, este tipo de equipos son accesibles, tienen una fácil instalación, no ocupan mucho espacio y poseen un funcionamiento intuitivo. Por otra parte, podemos encontrar en el mercado las denominadas saunas portátiles, que son de menor tamaño y están dirigidas a una área específica del cuerpo.
Sauna de vapor: Historia y etimología
La primera sauna tiene su origen en Finlandia, donde este tipo de instalaciones está completamente arraigado a su cultura, ya que es considerado por los habitantes como un espacio destinado a la purificación de sus cuerpos.
De hecho, según registros históricos hasta el siglo XX, la sauna era empleada por los finlandeses, tanto para el trabajo de parto de las mujeres, como para llevar a cabo la preparación de los cadáveres de sus seres queridos. Se trata de un recinto en el que el objetivo es respirar paz y tranquilidad, dejando de lado las conversaciones con las otras personas durante el transcurso de la sesión.
Sin embargo, en otras sociedades, las salas de sauna tienen un protocolo un poco más informal, ya que las personas asisten a estos espacios para hablar de negocios, religión, los problemas cotidianos, entre otros temas. Estos escenarios tienen registros históricos remotos, por lo que bastará con echar un vistazo a las termas de la antigua Roma, pasando por las casas de baño japonesa y los populares saunas coreanos.
La cultura del sauna invadió Medio Oriente y toda Europa Oriental, pero es justo a mitad del siglo XIX cuando en Europa Occidental comienza a popularizarse el baño turco, que, por el contrario de la sauna, emplea calor húmedo. Se trata de una técnica de concentración de calor, que podría resultar similar a la de los onsen de Japón, e incluso al moderno jacuzzi (aquí puedes encontrar unas opciones para elegir).
Respecto a la etimología de la palabra sauna, como es de suponerse, es un término finés, que se refiere a un baño de vapor. Además, si exploramos a profundidad esta palabra, podemos encontrar que la Real Academia Española la define como “baño de vapor, en recinto de madera, a muy alta temperatura, que produce una rápida y abundante sudoración”, lo que deja una idea clara de su significado.
Diferencias entre las saunas y los baños turcos
Ya hemos comentado con anterioridad la cercanía existente entre las saunas y los baños turcos, debido a que ambas instalaciones generan un volumen alto de calor para el beneficio de la salud. No obstante, existen algunas diferencias entre baño turco y sauna, que comentaremos seguidamente.
Tipo de calor
Iniciaremos diferenciando el tipo de calor ofrecido por saunas y baños turcos. Y es que la sauna genera calor seco a través de electricidad, gas o radiación por infrarrojos. Por su parte, en el baño turco el calor es húmedo, debido a que la sala incorpora un sistema especial encargado de calentar el agua para que el vapor se distribuya por todo el baño y cree una neblina ligera, que resulta indefensa para equipos eléctricos como una cámara sumergible. Claro está, en caso que desees ingresar dicho dispositivo a la sala.
Construcción de las salas
Otra diferencia entre baño turco y sauna está pautada por la construcción de sus respectivas estructuras. En este sentido, debemos aclarar que las paredes de las saunas secas están construidas en madera, ya que es un material que no se calienta demasiado, para evitar las quemaduras al contacto con la piel, al abrir la puerta o sentarte para disfrutar del calor. Asimismo, la madera absorbe cualquier humedecimiento que pueda producirse en el ambiente de la sala.
Mientras tanto, los baños húmedos poseen un interior de azulejos, ya que son altamente resistentes al calor y tienen una superficie no porosa. Esto quiere decir que el agua evaporada podrá correr por las paredes sin causar deterioro.
Beneficios para la salud
Combinar sauna y baño turco traerá grandes beneficios para tu salud, ya que el calor generado por ambos sistemas ayuda a liberar tensiones, debido a que relaja la musculatura, mientras se abren los poros y se permite eliminar toxinas a través de la sudoración. Además, se mejoran los problemas circulatorios.
Sin embargo, a quienes se preguntan para qué sirve el sauna, les interesará saber que está recomendado para personas con artritis y otros problemas de los huesos, ya que dichas patologías suelen intensificarse con la humedad, que es precisamente un factor ausente en las saunas secas.
Con respecto a los beneficios del sauna húmedo, los expertos en salud aseguran que la neblina producida en estas salas es favorable para aquellas personas que padecen de problemas respiratorios, congestión nasal y alergias.
Si bien existen una serie de diferencias y beneficios del baño turco y la sauna, ambos sistemas de salas de calor han tenido una marcada evolución en la historia y siguen siendo muy utilizados, gracias a las evidentes mejoras ofrecidas en pro de la salud física de los seres humanos.
DEJA UN COMENTARIO
0 COMENTARIOS