¿Qué es la inmótica y cuáles son sus beneficios?

Última actualización: 24.04.24

 

La automatización inteligente de casas no es cuestión de futuro, sino que forma parte de las tecnologías del presente. Por esta razón, muchos sabemos qué es la domótica, un tema cada vez más común al construir y remodelar viviendas. Sin embargo, el concepto de inmótica es menos conocido.

 

Según datos de la Asociación Española de Domótica (CEDOM), solo entre 2017 y 2018 aumentaron un 40 % las ventas de sistemas de control y automatización, lo que significa que cada vez más familias deciden dar el paso hacia un estilo de vida más moderno, cómodo, seguro y, sobre todo, energéticamente eficiente.

La domótica permite dar un buen uso a la calefacción, pero también acceder a los enchufes inteligentes para apagar de manera segura distintos dispositivos, entre los que podemos mencionar televisores, reproductores de música y consolas de videojuegos. De hecho, los mejores mandos PS4 son compatibles con Remote Play, para pasar de forma sencilla e inteligente del televisor a la pantalla del móvil, tableta u ordenador portátil.

Estamos en un mundo cada vez más tecnológico y el porcentaje de hogares inteligentes está aumentando de manera acelerada en España, por eso vale la pena revisar si este avance tecnológico está ocurriendo también en los establecimientos comerciales e industriales, así como en las instituciones del sector público y privado.

De esto se trata precisamente la inmótica integral: son todas aquellas tecnologías que se utilizan para controlar y automatizar edificios que no están destinados a vivienda, como por ejemplo hospitales, centros comerciales, escuelas, hoteles, universidades y demás edificaciones terciarias, con el objetivo de utilizar la energía de forma más eficiente, así como favorecer la comunicación entre los usuarios y el sistema, incrementar el confort, entre otros beneficios.

¿Para qué sirve la inmótica?

La inmótica utiliza sistemas llamados Building Automation and Control (BAC), es decir, dispositivos y tecnologías para el control automático de edificios. De esta manera, es posible mejorar el funcionamiento del agua caliente, así como la iluminación, calefacción, refrigeración, entre otras aplicaciones. Esto es positivo desde el punto de vista ecológico, puesto que permite configurar rutinas complejas e integradas para el ahorro de energía, con base en el consumo real de cada edificio, reduciendo así la emisión de CO2.

Todo esto también favorece el rendimiento a nivel empresarial e institucional, ya que gracias a la inmótica es posible tener acceso rápido y fácil a la información sobre el mantenimiento del edificio, los servicios y las necesidades de seguridad para la instalación de alarmas, cámaras, detectores contra incendios, entre otros.

 

Diferencias entre inmótica y domótica

Podemos decir que domótica e inmótica son en realidad tecnologías compatibles y complementarias, pero tienen algunas diferencias fundamentales que debemos señalar. Una de ellas es la escala del sistema, cada una tiene un alcance determinado, por ejemplo, mientras la domótica puede ayudar a controlar una serie de radiadores eléctricos de bajo consumo en el hogar, la inmótica tiene capacidad de automatizar un gran sistema de calefacción centralizada.

En este sentido, la domótica funciona con actuadores y sensores compactos, como módulos de carril Din, micromódulos o módulos de enchufe WiFi, que pueden ser instalados en una casa sin tener que realizar grandes obras. Además, visualmente pueden pasar desapercibidos, por lo que no interfieren con la decoración. Sin embargo, cuando se trata de un espacio más grande, como por ejemplo un colegio o cualquier edificio de gran envergadura, entonces es necesario acudir a los sistemas inmóticos, ya que son necesarios aparatos más grandes, que por su tamaño necesitan estar en espacios específicos, como por ejemplo una sala de máquinas.

Otra diferencia entre los sistemas domóticos e inmóticos es la accesibilidad. El acceso a los dispositivos de domótica es muy sencillo, cualquier miembro de la familia puede realizar cambios en el sistema. No obstante, en el caso de la inmótica por lo general es necesario contar con una autorización previa para acceder a los cuadros de control eléctricos, ya que se podría poner en peligro la seguridad de muchas personas.

Instalación de un sistema de inmótica

Los sistemas inmóticos pueden ser de distintos tipos y por lo tanto la instalación varía. Existen inalámbricos con tecnología WiFi, PLC, infrarrojos y Bluetooth, pero también los hay cableados. En realidad, son similares a los sistemas domóticos de las casas, pero en el caso de los inmóticos hay dos principales arquitecturas de instalación; la distribuida y la centralizada. Como se trata de un edificio, se utiliza más el sistema cableado interconectado y algunos pocos sistemas secundarios de control inalámbrico.

Aunque en la domótica de los hogares hay protocolos de seguridad básicos, en el caso de los sistemas inmóticos se debe prestar mayor atención a la protección de los sistemas automatizados, ya que el riesgo es más alto y la pérdida de información puede ser significativa, a tal punto de causar accidentes laborales. 

Por el contrario, en la domótica se le da prioridad a la practicidad, por esta razón, es más popular la implementación de la red WiFi para controlar todos los dispositivos posibles, incluyendo televisores, luces, climatizadores, enchufes, reproductores, etc, por lo tanto, el sistema cableado es cada vez menos utilizado en las casas y es más útil en los edificios inteligentes.

 

Costes de la inmótica

Si bien es cierto que la inmótica permite gestionar el consumo y mejorar los procesos para ahorrar recursos, también es verdad que requiere una inversión considerable dependiendo de las necesidades de automatización que tenga el edificio. En general, se estima que un sistema básico puede estar entre 20.000 y 50.000 euros, calculando un espacio de 300 a 500 m2.

Además, en algunos casos es más económico implementar un sistema inmótico en un edificio nuevo pensado para la tecnología inteligente, mientras que acondicionar un edificio antiguo puede resultar más caro. Sin embargo, como ha ocurrido con otras tecnologías, se espera que con el paso del tiempo sea más asequible.

 

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