Los cambios de temperatura y el peligro para la salud

Última actualización: 24.04.24

 

Con el pasar de las estaciones, los cambios de temperatura no pueden ser evitados; sin embargo, sí es posible prepararse para afrontarlos adecuadamente. Prevenir la exposición al cambio repentino del clima podría evitar diversas afecciones en el organismo, como resfriados o resequedad. Por eso, vale la pena informarse.

 

Las personas solemos cuidarnos de muchas cosas para mantenernos saludables, como el sol excesivo, la comida chatarra y otro tipo de situaciones que pueden perjudicarnos. Sin embargo, pocos saben sobre el efecto negativo que puede causar una abrupta alteración de la temperatura, por lo que muchas personas se descuidan en este aspecto.

Podría pensarse que somos lo suficientemente resistentes a que el clima cambie cuando este lo desee, no obstante, la realidad es que el cuerpo no logra adaptarse inmediatamente a estas variaciones repentinas y le toma un poco de tiempo lograrlo.

¿Alguna vez has sufrido de un resfriado justo en el momento en el que cambia de estación? Esto se debe a que, durante el proceso de adaptación, el sistema inmunológico también se altera y, por esa razón, eres más susceptible a enfermarte. 

Sin embargo, un resfriado no es lo único que puede sucederle a tu organismo. De hecho, las personas meteorosensibles pueden sentir los cambios antes de que estos sucedan, por lo que se conoce que el clima influye en el organismo de distintas maneras, con sintomatologías leves, pero, en ocasiones, también severas.

 

¿Qué pueden ocasionar los cambios bruscos de temperatura?

Al momento de tener mucho calor, lo primero que queremos hacer seguramente es lanzarnos a una fría piscina o abrir la nevera para tomar un vaso de agua, sin embargo, hacer esto es arriesgarnos a sufrir de una peligrosa hidrocución.

En el momento en que el cuerpo, teniendo una temperatura muy alta, se expone directamente al frío, el organismo podría sufrir de un shock termodiferencial, lo que podría terminar en un paro cardiorrespiratorio, debido a la sobrecarga cardíaca que ocasiona la alta sensibilidad al frío del momento.

De la misma forma, el cambio brusco de temperatura puede darse de manera contraria y tener resultados igual de nefastos. Si te enfrentas a una temperatura excesivamente alta de forma repentina, podrías empezar a presentar síntomas de un choque térmico.

El cuerpo se sobrecalienta causando confusión, desorientación, dolor de cabeza y hasta náuseas. Si excedes el tiempo y sigues expuesto a estas condiciones adversas, el organismo puede colapsar haciendo que algunos órganos se inflamen, incluyendo el cerebro, y comiencen a fallar progresivamente. Esto puede llevar a la muerte, por lo que se recomienda evitar llegar a este punto y actuar cuando sea necesario.

¿Cómo se pueden prevenir estas situaciones?

Lo primero que debes tener en mente es esto: los cambios de temperaturas deben darse siempre de forma progresiva y nunca abruptamente.

El problema no es pasar del frío al calor y viceversa, el peligro radica en no darle tiempo al organismo para adaptarse a las nuevas temperaturas.

Si estás muy acalorado, lo mejor que puedes hacer es ponerte en la sombra e hidratarte con agua que no esté excesivamente fría. Espera que tu temperatura se regule un poco y, después de esto, ya podrás hacer uso de aires acondicionados para alcanzar un clima deseable.

Por otra parte, si pasarás del frío al calor, entonces prepárate para ello. Utiliza gorras, protector solar, evita las horas más soleadas, usa ropa ligera y no te expongas por mucho tiempo.

Si sufres de hipersensibilidad a los cambios de temperatura, entonces protégete. No subestimes el mal tiempo y no te enfrentes a él a menos que sea completamente necesario. Eso sí, siempre tomando precauciones.

 

¿De qué otra forma puede afectar el cambio de temperatura?

Incluso si los cambios en la temperatura no son repentinos, es posible que experimentes ciertas situaciones mientras el cuerpo se adapta a la nueva situación meteorológica. Por lo tanto, no te asustes si comienzas a notar algunos cambios en tu cuerpo e incluso en tu estado de ánimo.

Por ejemplo, se ha probado mediante estudios cómo los días con menos luz y mayor frío hacen que la serotonina y la dopamina se produzcan en menor cantidad, lo cual nos hace sentir apáticos, tristes y decaídos.

Por otra parte, el cuerpo también puede presentar problemas debido al frío. Por ejemplo, aquellos que sufren de dolores en las articulaciones podrán sentir cómo sus síntomas empeoran por un tiempo. Además, podrán comenzar los comunes resfriados.

Para evitar todo esto, se recomienda, de ser posible, tener estufas o cualquier otro sistema de calefacción. De la misma forma, si lo que quieres es refrescar tu hogar cuando haya calor, entonces se recomienda tener un aire acondicionado o ventilador para combatir esto. Lo importante es configurarlo correctamente para no hacer un cambio abrupto.

Mantener una buena temperatura en casa

Como se dijo anteriormente, se recomienda tener sistemas de calefacción y refrigeración en casa para poder combatir las temporadas más fuertes, como el verano y el invierno. Sabemos que utilizar estos equipos excesivamente causará un aumento monetario en los servicios del hogar, por lo tanto, se recomienda utilizarlos para enfrentar los días más extremos.

Debes saber que la calidad del aire dentro de tu hogar también puede afectar, por lo tanto, mantén el aire acondicionado siempre limpio, ya que, los sistemas de este tipo pueden transmitir gérmenes fácilmente.

Un aire de mala calidad puede causar resequedad en los ojos y en las vías respiratorias, tos seca, náuseas, picazón en la piel, dolor de cabeza, etc. Y en caso de sufrir una infección, se podría generar neumonía.

En este sentido, existen artefactos que pueden comprarse para medir la calidad del aire y saber si tu hogar tiene un ambiente seguro. Sin embargo, basta con revisar los sistemas de refrigeración de forma ocasional para mantener todo en buen estado. 

Los cambios de temperatura indudablemente afectan a la salud, pero existen formas de evitarlos y que, de suceder, las consecuencias no sean tan severas. Por lo tanto, solo recuerda siempre:

1)  No te expongas a cambios abruptos de temperatura y permite que tu cuerpo se climatice de forma progresiva.

2)  Prepárate para los cambios climáticos con antelación, utilizando implementos adecuados como chaquetas en invierno y gorras en verano. 

3)  Mantén una buena calidad de aire en tu hogar.

Teniendo estas consideraciones, será más sencillo enfrentarte a las diferentes temperaturas y minimizar los síntomas que puedan traer las alteraciones repentinas en el ambiente.

 

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